La Casa Redonda: Vivir Más… Pero en la Pobreza
Leía hace unos días un interesante análisis de Viridiana Mendoza, editora de negocios de Forbes en donde planteaba, de forma muy realista la siguiente paradoja: Vivir más años, pero en la Pobreza. Vaya verdad, una etiqueta para mostrar con crudeza, la realidad que los trabajadores en retiro enfrentarán en México en los próximos años.
La analista plantea un escenario con el que estoy en completo acuerdo y es que nuestro Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), no ha brindado la capacidad al país de prever un retiro que les permita a los trabajadores vivir con dignidad, una vez que se han retirado de la vida laboral activa.
Para el sistema tradicional de retiro, una piedra en el zapato lo constituye el fenómeno de la longevidad, en el que, debido a los avances en la ciencia médica, cada 10 años, la humanidad en promedio, gana un año más de expectativa de vida. Chip Castille, BlackRock’s Chief Retirement Strategist, afirma que el problema de la longevidad, es el mismo alrededor del mundo: cada vez vivimos más. Desde el siglo XIX, cada 10 años, la esperanza de vida aumenta un año. Éstas son buenas noticias para la humanidad y la medicina. Sin embargo, la longevidad se ha convertido en un problema para los sistemas de pensiones.
Vivir más pero en la pobreza.
En México, para 1960, la esperanza promedio de vida era de 59 años para las mujeres y 55 para los hombres; en 2010 se elevó a 77 años para las mujeres y 73 para los hombres. Este fenómeno ha debilitado el esquema actual de pensiones, porque no ofrece ningún tipo de seguridad o tranquilidad a los pensionados, ni a los que están próximos a retirarse, dado que el ahorro ha sido insuficiente para brindar un estándar de vida digna a los trabajadores jubilados.
El gobierno ha generado el esquema de cuentas individuales con las administradoras de fondos para el retiro (Afores). Este sistema cuenta con 53 millones de cuentas, de las cuales sólo ocho millones cotizan de manera constante, es decir, sólo ocho millones de mexicanos tienen una aportación constante a su cuenta de ahorro. El resto de la clase trabajadora, unos 45 millones dada la inestabilidad laboral, no han sido constantes en sus aportaciones, lo que retarda aún más la acumulación de ahorro para cuando se jubilen.
A esta masa crítica se le agregan unos 28 millones de trabajadores, que permanecen en la informalidad y que carecen de algún esquema de pensiones, o su sistema para el retiro quedó truncado, incobrable por la voracidad de las administradoras.
Existe pues un grave problema que estallará en los próximos años, debido a que el gobierno federal y los partidos políticos, no han querido entrar al fondo de este problema y construir un sistema de pensiones sólido que garantice a todos los trabajadores en el país, una pensión que les brinde certidumbre y tranquilidad en la última etapa de su vida.
El sistema para el retiro ofrece una serie de retos por vencer, uno de ellos es, cómo aumentar los recursos que finalmente va a recibir el trabajador en retiro, dado que el actual esquema asegura solamente el acceso al 30 por ciento de su ingreso neto de su último salario. Esto es que, una vez que el trabajador deje de laborar, percibirá 70 por ciento menos de lo que venía ganando, algo que lo sumirá automáticamente en un nivel de pobreza, a pesar de haber trabajado toda su vida y haber generado riqueza al país.
Esta situación, además de injusta, prevé la emisión de múltiples “generaciones afore” que se caracterizarán por su bajo ingreso y el acceso inmediato a un menor nivel de calidad de vida, producto de una deficiencia del sistema.
Actualmente, los mexicanos con una cuenta de Afore, sólo destinan 6.5% de susueldo al ahorro para el retiro, cantidad que contrasta con el 8 por ciento promedio de los países de la OCDE o del 16 por ciento de ahorro que acumulan los colombianos.
Ante este panorama, hay propuestas que resultan solo paliativos para un problema tan grave como lo es el retiro en México. Ahorro voluntario o aumento de la edad para las pensiones.
En ambos casos no solucionan el problema de fondo, porque ninguno de ellos tiene como objetivo elevar la calidad de vida de los mexicanos retirados de actividades productivas con pensiones.
El incremento al ahorro es casuístico y no generalizado dada la pérdida del poder de compra del salario que, lejos de destinar más ahorro se vuelve necesario contar hasta con dos o más salarios y la segunda opción, el aumento de la edad para el retiro es una contradicción misma del sistema dado que, actualmente son 65 años para retirarse y si esta edad aumenta, la posibilidad de lograr las semanas de cotización será una misión imposible en un mercado laboral en el que las personas de más de 35 años son excluidas y las personas de 60 simplemente no son contratadas por su edad, ¿cómo entonces podrían empatar edad y semanas de cotización ante un eventual aumento de la edad productiva?